Grecia y Turquía: los protagonistas de la flamante disputa en el mediterráneo oriental

Grecia y Turquía: los protagonistas de la flamante disputa en el mediterráneo oriental

A lo largo de la historia, el Mediterráneo siempre ha sido una zona de disputa entre los diversos actores regionales y extra-regionales con algún tipo de influencia allí. No sólo porque su dominio implica la presencia e incidencia sobre los tres continentes cuyas costas son bañadas por sus aguas – Europa, África y Asia –, sino también por el control de las principales rutas comerciales y marítimas y el acceso a su vasta y diversa riqueza natural.

Hoy, lo que se conoce como Mediterráneo Oriental, vuelve a ser escenario de disputa, curiosamente entre dos actores históricamente enfrentados pero que comparten alianza dentro de la OTAN: Grecia y Turquía. ¿El motivo? El control de los grandes yacimientos de gas y petróleo hallados en el fondo del mar.

Así, la escalada de tensiones entre ambos países se produjo después de que Turquía enviara un buque de investigación – junto a dos barcos de guerra como custodia – para realizar una exploración sísmica (fase previa a la exploración de hidrocarburos) en aguas que están en disputa con el país heleno.

En consecuencia, si esta región ya venía siendo turbulenta por los conflictos en Siria, Libia y el Líbano, ahora se le suma la controversia marítima entre estos dos viejos conocidos, quienes – hay que decir – no tienen intenciones de ceder en sus pretensiones.

Ahora bien, para comprender esta disputa, es necesario situarla en contexto y tener en cuenta una serie de consideraciones:

En primer lugar, que la avanzada turca sobre estas aguas no sólo representa una amenaza a los intereses de Grecia, sino también a los de otros actores regionales y extra-regionales que se ven interpelados por la misma.

Este es el caso de países como Chipre, Israel y Egipto, quienes junto a Grecia firmaron acuerdos para la construcción del gasoducto EastMed, proyecto que tiene como objetivo transportar el gas del este del Mediterráneo al sur de Europa. Por consiguiente, ésta última también se ve afectada, cuya participación en dicho proyecto busca alcanzar la seguridad energética (contar con diversas fuentes y rutas para abastecerse de los hidrocarburos) y reducir su dependencia del gas ruso.

Otros actores son aquellos que participan del Foro de Gas del Este del Mediterráneo, entidad creada como una organización permanente para la cooperación en materia energética entre los países arriba citados y otros actores como Italia, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina. Como verán, el gran ausente aquí es Turquía.

Finalmente, potencias extra-regionales como Estados Unidos, China y Rusia – con vastos intereses en la región (en Grecia, Israel, Siria, Libia, por citar algunos) – también se ven amenazados.

En segundo lugar, la disputa entre Grecia y Turquía también está determinada por la herida abierta de Chipre. Recordemos que desde 1974, la isla está dividida  entre las poblaciones turcas y griegas. Al norte, se encuentra la República Turca del Norte de Chipre (solamente reconocida por Turquía); y al sur, la República de Chipre, miembro de la Unión Europea.

Por lo tanto, esta disputa territorial también se proyecta a las áreas marítimas, donde ambos países tienen reclamos que se superponen, y en las cuales, el hallazgo de nuevos yacimientos, complejiza aún más el panorama.

En tercer lugar, también juegan un papel importante las divergencias que se mantienen en relación a la delimitación de las aguas territoriales, las zonas económicas exclusivas y las plataformas continentales de las islas griegas cercanas a la costa de Turquía.

Un ejemplo de ello es el caso de la isla de Kastelórizo (a sólo 2 km de la costa turca) donde Grecia, apoyándose en la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), intenta hacer respetar la extensión de su plataforma continental ante los movimientos estratégicos de Turquía, que no reconoce esa delimitación porque, a diferencia de Grecia y otros países, no es signataria de dicha convención.

Por último, un asunto no menor – y que tiene una incidencia directa en esta disputa – es el acuerdo de delimitación de fronteras marítimas alcanzado a fines de 2019 entre el gobierno turco y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) en Libia, el cual le da vía libre para realizar estas maniobras navales, comprometiendo y amenazando los intereses energéticos de Grecia en la región, particularmente, en las aguas del Mediterráneo Oriental.

En suma, dado los numerosos y diversos intereses que están en juego en la región – y que ya de por sí se trata de una zona neurálgica y convulsa – si no se encuentra pronto una salida negociada o judicial por la cual se pueda resolver la disputa, podría desencadenarse una confrontación militar y una grave crisis regional con consecuencias inevitables.

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