“Acuerdos de Abraham”: ¿el amanecer de un nuevo medio oriente?

“Acuerdos de Abraham”: ¿el amanecer de un nuevo medio oriente?

El 13 de agosto, Donald Trump sorprendía al mundo anunciando el alcance de un acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos para la normalización de relaciones.

Casi un mes después, el 11 de septiembre, el presidente norteamericano volvería a anunciar un segundo acuerdo de paz, esta vez entre Israel y Bahréin.

Finalmente, este martes 15 de septiembre, con el auspicio de la primera potencia mundial, ambos países árabes formalizarían el establecimiento de relaciones con el Estado judío, desde su fundación en 1948.

De esta manera, por primera vez en la historia, dos países del Golfo Pérsico establecían relaciones con el Estado de Israel y se convertían en el tercer y cuarto país árabe en reconocer su existencia, después de Egipto y Jordania.

Sin embargo, en honor a la verdad, ambos países – con Arabia Saudita inclusive – ya venían manteniendo vínculos o contactos no oficiales y poco disimulados con Israel, por lo que era esperable que tarde o temprano, por razones estrictamente de interés nacional, se oficializasen esos acercamientos.

Ahora bien, la importancia del alcance de ambos acuerdos no se agota en su carácter histórico y sorpresivo. Múltiples lecturas y significados podemos desprender de su análisis:

Lo que primero creo que debemos tener en cuenta es que ambos acuerdos rompen con un pacto tácito en el mundo árabe, según el cual cualquier normalización de relaciones de estos países con el Estado de Israel debería tener como condición previa la resolución del conflicto palestino-israelí y la creación de un Estado palestino independiente, cuestión ésta que hoy está muy lejos de concretarse con la firma de estos acuerdos.

A su vez, el camino emprendido por estos países implica un golpe a la iniciativa de paz árabe del año 2002 (que contiene aquella condición) y el abandono de la solidaridad “automática” del mundo árabe con el pueblo palestino.

Esta última consecuencia evidencia cuan “encapsulado” y ensimismado ha pasado a estar el conflicto palestino-israelí, a tal punto que ha dejado de ser “la madre de todos los conflictos”, es decir, ha dejado de atraer la atención e interés de la región, facilitando este tipo de deserciones.

Tampoco podemos entender el acercamiento de países que siempre han recelado uno de otro, sin tener en cuenta un factor externo como la cada vez mayor influencia regional de Irán, ese enemigo en común que tienen los protagonistas del acuerdo y que hoy los une bajo una misma causa. De esta manera, se fortalece y profundiza la alianza regional contra Irán – convirtiéndose el Golfo en una posición geoestratégica fundamental para Israel ante un potencial ataque a territorio persa – y Estados Unidos maximiza su estrategia de presión internacional hacia el Estado chiita.

En lo que respecta a Donald Trump, como artífice y promotor de estos acuerdos, el acercamiento entre Israel y los países del Golfo, le permite realzar su imagen y presentarlo como un gran negociador internacional que está “llevando la paz” a esta región convulsionada.

Además, con los “Acuerdos de Abraham” (como se los ha denominado), el republicano logra desviar la atención de lo que fue el fracaso de su gran “Acuerdo del Siglo”, que tenía como objetivo lograr la paz entre israelíes y palestinos. De este modo, estas negociaciones pasan a ser presentadas como un triunfo clave en la política exterior de esta administración, a menos de dos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Otro dato interesante a considerar es que en la decisión de estos países árabes de romper con años de solidaridad con el pueblo palestino, yace una lectura realista de la actual coyuntura regional e internacional, en el que el acceso al mercado de armas norteamericano, se vuelve de vital interés nacional para ellos, especialmente para Emiratos Árabes Unidos. Tengamos en cuenta que hasta el momento, Estados Unidos evitaba oficialmente armar a quienes rivalizaban en la región con su aliado tradicional, Israel.

Finalmente, no podemos soslayar el hecho de que dichos acercamientos con el mundo árabe, le permiten a Israel reducir su aislamiento regional, sobre todo ante una amenaza como la de Irán y ante unas relaciones con Egipto y Jordania – los únicos países que hasta este momento reconocían al Estado judío – que no siempre se han desenvuelto de forma cordial.

En suma, no existen dudas que la aproximación entre Israel y dos países árabes es significativa. Pero hoy no puede afirmarse con seguridad que la estrategia de Donald Trump termine produciendo un efecto contagio en la región que alinee a la mayoría de los países árabes con el Estado de Israel. En este sentido, serán importantes los pasos que de ahora en más de un líder regional como Arabia Saudita.

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