5 reflexiones sobre las elecciones en Chile y los desafíos por delante
Como sabemos, hace poco más de dos semanas atrás, se celebró en Chile el tan esperado ballotage presidencial, donde la izquierda de Gabriel Boric se hizo con la victoria con el 55,87% de los votos, frente al 44,13% del candidato ultraderechista, José Antonio Kast.
Primera reflexión, la más obvia: la victoria de Boric representa un freno al avance de la extrema derecha en Chile. ¿Estuvo el fenómeno Bolsonaro, y el desastre humanitario que está dejando su gestión, en la memoria de los chilenos? Es muy probable. Lo cierto es que el pueblo chileno le dijo “¡NO!” a un discurso totalizador, y no sólo Chile respira, sino también la región, porque marca un antecedente y constituye una advertencia para todo aquel que en otro país latinoamericano esté pensando en lanzarse en una aventura de esa envergadura.
El resultado fue contundente y un reflejo de que la extrema derecha aun no tiene lugar en América Latina. Una clara demostración de que el “cordón sanitario” goza de buena salud.
Segunda reflexión: la izquierda de Boric no es la centroizquierda tradicional que entre 1990 y 2010 gobernó en lo que se llamó la “Concertación”. Representa una renovación de ideas, discursos y prácticas. Y, sobre todo, un cambio generacional. Boric apenas tiene 35 años y tiene a su cargo uno de los desafíos más importantes en la historia chilena, como lo es impulsar la construcción de un nuevo Chile, completamente diferente a todo lo que existió en estas últimas décadas, con más justicia y democracia, y que contenga las profundas demandas sociales expresadas en las revueltas de 2011 y 2019. De hecho, no es casualidad que su figura se haya formado al calor de ellas. Boric es hijo de la transición democrática, pero también es hijo del cambio de paradigma que Chile viene pidiendo hace mucho tiempo.
Tercera reflexión: a las urnas concurrieron 8,3 millones de personas, es decir, el 55% del censo nacional, un número bastante alto y el mayor desde que se implantara el voto voluntario en 2012. ¿Fue el temor a que la extrema derecha llegase al poder el aliciente para que se llegara a este número? Sí. ¿Fue la conciencia del pueblo chileno de que se está ante una oportunidad histórica que requiere la participación de todos para construir un nuevo país? Sí. Pero no podemos soslayar que también fue una llamada de atención y un golpe duro a un sistema de votación cuyo objetivo original siempre fue mantener el statu quo y que unos pocos decidan sobre el rumbo del país.
Cuarta reflexión: ¿Por qué ganó Boric? Mas allá de quien estaba en frente como opción, fue quien mejor supo canalizar las demandas sociales, aquellas que abogan por cambios profundos y estructurales. El de Boric fue un discurso con un ajustado diagnóstico del sentir mayoritario de la gente – sobre todo aquel que quedó manifiesto en las protestas de 2019 y que derivó en una Convención Constituyente – pero también fue un discurso mirando hacia el futuro, con promesas de cambio que tienen base en lo que el pueblo chileno expresó. La herencia neoliberal de la dictadura ya no se sostiene (el sí para dar vía libre a una nueva constitución es un reflejo de estos tiempos) y Boric ha sabido acompañar ese proceso y ese sentimiento generalizado.
Quinta y última reflexión: si bien hay una voluntad política de cambio por parte del recién electo presidente y las condiciones actuales para llevarlo a cabo – con una nueva constitución en el horizonte y un gran apoyo en las urnas – están de su lado, lo cierto es que, aun así, la tarea no será nada sencilla y el joven de izquierda tendrá que afrontar muchos desafíos y obstáculos por delante.
Está claro, cómo él bien lo manifestó (y para eso se lo votó), su gobierno deberá ser “un gobierno con los pies en la calle”, es decir, que deberá seguir profundizando su acercamiento con la gente y lograr una simbiosis donde las políticas respondan a los problemas estructurales de los chilenos. Así, asuntos como la condonación de las altas deudas contraídas por las familias por estudios superiores y la revisión de la situación de los Administradores de Fondos de Pensiones (AFP), deberán ser prioritarios para el nuevo gobierno.
Pero, como dijimos, no será nada fácil cumplir con esas promesas, en un país donde los sectores económicos y sociales que se forjaron y beneficiaron al calor y al amparo del modelo neoliberal pinochetista, seguramente harán todo lo posible para evitar que algo cambie y para evitar que las bondades del “milagro chileno” dejen de ser percibidas por ellos, en pro del beneficio de todos. Esta batalla también se ve reflejada en la nueva composición del Congreso, donde en el Senado está ante una situación de empate con la derecha, y en Diputados, se verá obligado a negociar para poder construir mayorías que le permitan llevar adelante los cambios estructurales prometidos.