¿Qué es lo que busca Vladímir Putin en Ucrania?

¿Qué es lo que busca Vladímir Putin en Ucrania?

En estos días, el mundo, y especialmente Estados Unidos y Europa, asisten atónitos a la posibilidad cada vez más concreta de una conflagración bélica en Ucrania. La información que llega desde el flanco Occidental es que Rusia estaría planeando una invasión inminente a Ucrania, a partir de la creciente concentración de tropas en la frontera que comparte con la ex república soviética.

Pero para entender lo que hoy está sucediendo, no podemos hacerlo sin retrotraernos al año 2014, cuando como respuesta a la caída del presidente ucraniano y aliado de Moscú, Victor Yakunóvich (tras suspender la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea), Rusia ensaya una suerte de operación encubierta y anexiona la península de Crimea (al sur de Ucrania), provocando el asombro de Occidente y su negativa a reconocer esa anexión.

Esta situación actuaría como un aliciente para los grupos separatistas de la región del Donbás (al este de Ucrania y compuesta en su mayoría por población de origen ruso), que ven el momento oportuno para autoproclamar el nacimiento de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, lo que desemboca en un conflicto armado entre estas fuerzas centrífugas (apoyados militarmente por Moscú) y el ejército ucraniano.

Conflicto que, hay que decir, continúa hasta el día de hoy y se ha exacerbado con la movilización y concentración de tropas rusas en la frontera con Ucrania.

Ahora bien, puesta en contexto la crisis, ¿cómo se puede explicar la reciente escalada de tensión entre Occidente y Rusia? ¿Qué es lo que busca Vladímir Putin en Ucrania?

En primer lugar, lo que hay que tener en claro es que no todo ejercicio militar o movilización de tropas significa necesariamente que se esté pensando en ir a una guerra. El poder militar también se usa para disuadir, es decir, inducir a la otra parte para que desista de objetivos o propósitos que se consideran perjudiciales para la propia soberanía o supervivencia del Estado. Por lo tanto, algo de esto existe detrás de los últimos movimientos que Putin ha realizado con respecto a Ucrania.

Y esto es así, porque el verdadero leitmotiv de esta escalada (y por el cual Rusia intenta disuadir a su enemigo) es, nada más y nada menos, que el proceso de expansión de la OTAN (y en menor medida de la UE) hacia el Este, y concretamente, hacia Ucrania. Aquí yace la razón principal de este impasse geopolítico y por la cual Putin ya no está dispuesto a continuar como un simple espectador.

Hay que recordar que, cuando la Unión Soviética cayó, la promesa de la OTAN fue no expandirse hacia el Este, lo que es percibido por Moscú como su espacio vital y esfera de influencia. No obstante ello, desde entonces, la OTAN ha hecho caso omiso a ese acuerdo y ha ido poco a poco avanzando en dirección a Rusia, incorporando 14 nuevos miembros, con los cuales prácticamente la tiene cercada (a excepción de Georgia, Ucrania y Bielorrusia).

Dado este panorama, no es difícil entender porque la cuestión ucraniana es una cuestión de seguridad nacional para Vladímir Putin. No hay que olvidar que ya Polonia y Rumania tienen emplazados en su territorio misiles que son una amenaza directa para Rusia.

En consecuencia, la caída de Ucrania (léase, su incorporación a la OTAN y a la UE) significaría no sólo un golpe a su orgullo nacional (Rusia considera a Ucrania  parte de su identidad e historia nacional) sino también tener a las bases de la OTAN golpeando a su puerta, en su frontera occidental.

Esto no significa que no pueda haber otros factores o razones detrás de la arriesgada jugada rusa, como, por ejemplo, la creciente pérdida de influencia sobre Ucrania como resultado de la orientación occidentalista del nuevo gobierno de Kiev, o la posibilidad de que éste decida poner fin a la cuestión de Donbás y Crimea recurriendo a la fuerza.

Pero de ahí a hablar de una Rusia con motivaciones imperialistas, es decir, con intenciones de conquistar Ucrania y hacerla parte de su territorio, parece un escenario muy lejano en este contexto.

Claro, se podrá decir que ya existe un antecedente con Crimea, pero una cosa es una franja de territorio como esta península (cuya historia y cultura siempre estuvieron ligadas a las del Estado ruso) y otra muy diferente es la totalidad del territorio de un Estado independiente. A lo sumo, buscará crear las condiciones para que Ucrania y su esfera de influencia respondan a sus intereses.

Por último, se la ha criticado a Rusia por seguir guiándose por los parámetros o cánones de la Guerra Fría, cuando, por ejemplo, habla de “esferas o zonas de influencia”, que el día de hoy ya no tendría ninguna vigencia ni sentido. No obstante, la realidad indica que esto no es tan así. Cualquier Estado que ha tenido y tiene pretensiones de alcanzar o mantener una posición de jugador global o “rule maker” (creador de reglas), siempre se ha garantizado para sí mismo un área o zona bajo la cual considera que tiene y debe tener una influencia exclusiva. ¿Qué representa América Latina para Estados Unidos sino su área de influencia o “patio trasero”?

Esto nos permite comprender mejor la brillante jugada discursiva de Putin cuando le recordó a su contraparte occidental que Rusia no tenía ninguna base militar ni portaaviones acechándolo en sus fronteras. Porque al fin y al cabo (muchos suelen soslayarlo u olvidarlo), se trata de una cuestión de poder y no de una cuestión ideológica.

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