Algunas claves para entender la gira de Joe Biden por Asia
Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, realizó una gira por Asia, en la que fue la primera de su mandato por esta región. Su recorrido lo llevó, inexorablemente, a visitar Corea del Sur, y posteriormente, Japón, dos aliados claves de Washington en esta zona neurálgica del mundo. Sin dudas, el hecho de que haya sido el mismo Biden quien visite en persona a sus homólogos en estos países, ya es de por sí toda una señal en materia de política exterior por parte de quien ocupa actualmente la Casa Blanca.
Ciertamente, muchas lecturas pueden hacerse de este periplo por el continente asiático. La primera, por supuesto, es la que vuelve a confirmar la creciente importancia y consideración que la región del Asia-Pacífico tiene en la agenda de las principales potencias mundiales. La tendencia es irreversible: existe un marcado corrimiento del eje de la geopolítica y geoeconomía mundial, desde el Atlántico hacia el Pacífico. El mismo presidente demócrata lo ha dejado muy claro en su visita a Tokio: “El futuro de la economía del siglo XXI se va a escribir sobre todo en el Indo-Pacífico, en nuestra región”.
Pero, sin dudas, las interpretaciones que tienen que ver con el propósito y los objetivos de la gira pasan a tener especial relevancia. Usted, con razón, podría preguntarse por qué Joe Biden ha decidido emprender este viaje por el continente asiático, en este momento en particular y escogiendo esos países como destinos de su gira.
Y en este sentido, en el marco de una progresiva competencia y rivalidad geopolítica entre las dos principales potencias mundiales, es muy difícil disociar la reciente gira de Biden por Asia de la preocupación que genera la creciente influencia y gravitación que China está teniendo allí, particularmente en el Asia-Pacífico. La estrategia es evidente: contener al coloso asiático en su patio trasero.
Para ello, es necesario recuperar el terreno perdido en esta parte del mundo tras el repliegue deliberadamente decidido por su antecesor, Donald Trump, representado por la abrupta salida de su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) en 2017. Así, durante todos estos años – en lo que podemos definir como un claro juego de “suma cero”- China se encargó de ocupar el vacío que EEUU había dejado. Ahora Biden quiere enmendar un error que le ha costado caro a Washington.
De que otra forma, sino, se puede entender la presentación en Tokio del “Marco Económico Indo-Pacífico” (IPEF): una iniciativa de cooperación económica en la que participarán 13 países como socios fundadores y por la cual Estados Unidos procura recuperar el liderazgo económico-comercial en la región desde su salida del TPP. Con un detalle no menor: ya no se trata del típico macro acuerdo comercial de otrora. Mucho menos ambicioso, está atravesado por lógicas mercantilistas y proteccionistas – en ningún momento ofrece un mayor acceso a su mercado, pero sí les reclama apertura a sus socios – acorde a los tiempos que corren.
Ahora bien, la visita de Biden también ha buscado enviar una señal de que, pese a la guerra en Ucrania, los asuntos del Asia-Pacífico siguen siendo una prioridad para EEUU y que su compromiso con la región permanece intacto.
Tal es ese compromiso, que en lo que respecta a la cuestión taiwanesa, ante la provocadora pregunta de un periodista acerca de si Estados Unidos saldría en defensa de la isla ante una invasión china, Joe Biden no hesitó en responder que sí lo haría. Así, después de 4 décadas, EE. UU. parece estar avanzando hacia una flexibilización de su tradicional posición hacia la isla – conocida como “ambigüedad estratégica” – y de su política de reconocimiento de “una sola China”.
Si bien rápidamente funcionarios de la Casa Blanca salieron a matizar estas declaraciones, asegurando que “nada había cambiado respecto a Taiwán”, está cada vez más claro – es la tercera vez que lo hace – que el presidente norteamericano ha estado queriendo enviar un mensaje a Pekín de que, a diferencia de su reacción en la guerra de Ucrania, una potencial invasión china de la isla no se encontraría con la misma actitud por parte de Estados Unidos.
Por lo tanto, la visita de Biden también ha respondido a fijar una posición con respecto a la situación actual de Taiwán, máxime en un contexto donde Estados Unidos está reorientando su política exterior hacia el Pacífico (procurando un mayor control e influencia) y China aumentando su presión sobre la isla, con repetidas incursiones sobre su espacio de defensa aérea.
Finalmente, más allá de una necesidad de fortalecer y profundizar la alianza y los vínculos bilaterales con sus principales socios en la región – Corea del Sur y Japón – y abordar la siempre delicada cuestión de Corea del Norte, el presidente estadounidense arribó a Asia para participar de una nueva cumbre del Quad – la asociación informal entre Japón, Australia, la India y EE. UU -, que junto a Aukus, conforman los esquemas de seguridad con los que Washington procura atender la dimensión estratégico-militar de la política de contención del gigante asiático en el Asia-Pacífico.